7 Ya en tiempos pasados, Areios, que reinaba entre vosotros, envió
una carta al sumo sacerdote Onías en que le decía que erais
vosotros
hermanos nuestros como lo atestigua la copia adjunta.
8 Onías recibió con honores al embajador y tomó la carta que hablaba
claramente de alianza y amistad.
9 Nosotros, aunque no tenemos necesidad de esto por tener como
consolación los libros santos que están en nuestras manos,
10 hemos procurado enviaros embajadores para renovar la fraternidad
y la amistad con vosotros y evitar que vengamos a seros extraños, pues ha
pasado mucho tiempo ya desde que nos enviasteis vuestra embajada.
11 Por nuestra parte, en las fiestas y demás días señalados, os
recordamos sin cesar en toda ocasión en los sacrificios que ofrecemos y en
nuestras oraciones, como es justo y conveniente acordarse de los hermanos.
12 Nos alegramos de vuestra gloria.
13 A nosotros, en cambio, nos han rodeado muchas tribulaciones y
guerras, pues nos hemos visto atacados por los reyes vecinos.
14 Pero en estas luchas no hemos querido molestaros a vosotros ni a
los demás aliados y amigos nuestros,
15 porque contamos con el auxilio del Cielo que, viniendo en nuestra
ayuda, nos ha librado de nuestros enemigos y a ellos los ha humillado.
16 Hemos, pues, elegido a Numenio, hijo de Antíoco, y a Antípatro,
hijo de Jasón, y les hemos enviado a los romanos para renovar la amistad y
la alianza que antes teníamos,
17 y les hemos dado orden de pasar también donde vosotros para
saludaros y entregaros nuestra carta sobre la renovación de nuestra
fraternidad.
18 Y ahora haréis bien en contestarnos a esto.»
19 Esta es la copia de la carta enviada a Onías:
20 «Areios, rey de los espartanos, saluda a Onías, sumo sacerdote.
21 Se ha encontrado un documento relativo a espartanos y judíos de
que son hermanos y que son de la raza de Abraham.
22 Y ahora que estamos enterados de esto, haréis bien escribiéndonos
sobre vuestro bienestar.
23 Nosotros por nuestra parte os escribimos: Vuestro ganado y
vuestros bienes son nuestros, y los nuestros vuestros son. Damos orden de
que se os envíe un mensaje en tal sentido.»
24 Tuvo noticia Jonatán de que los generales de Demetrio habían
vuelto con fuerzas mayores que antes con ánimo de atacarle.
25 Partió, pues, de Jerusalén y fue a encontrarles a la región de Jamat,
sin darles tiempo a irrumpir en su país.
26 Envió exploradores al campamento enemigo y supo por ellos, a su
vuelta, que los enemigos estaban dispuestos para caer sobre ellos a
la
noche.
27 Cuando se puso el sol, ordenó Jonatán a los suyos que se
mantuviesen despiertos y sobre las armas toda la noche, preparados
para
entrar en combate, y dispuso avanzadillas alrededor del campamento.
28 Cuando supieron los enemigos que Jonatán y los suyos estaban
preparados para el combate, sintieron miedo y, llenos de
pánico,
encendieron fogatas por su campamento y se retiraron.
29 Jonatán y los suyos, como veían brillar las fogatas, no
se
percataron de su partida hasta el amanecer.
30 Entonces se lanzó Jonatán en su persecución, pero no les pudo dar
alcance porque habían atravesado ya el río Eléuteros.
31 Jonatán se volvió contra los árabes llamados zabadeos, los derrotó
y se hizo con sus despojos.
32 Levantó luego el campamento, llegó a Damasco y recorrió toda la
región.
33 Simón por su parte hizo una expedición hasta Ascalón y las plazas
vecinas. Se volvió luego hacia Joppe y la tomó,
34 pues había oído que sus habitantes querían entregar aquella plaza
fuerte a los partidarios de Demetrio, y dejó en ella una guarnición
para
defenderla.
35 Jonatán, de vuelta, reunió la asamblea de los ancianos del pueblo,
y decidió con ellos edificar fortalezas en Judea,
36 dar mayor altura a las murallas de Jerusalén y levantar un alto
muro entre la Ciudadela y la ciudad para separarlas y para que quedara la
Ciudadela aislada y no pudieran comprar ni vender.
37 Se reunieron, pues, para reconstruir la ciudad, pues había caído un
trecho de la muralla que daba al torrente por la parte de levante; restauró
también el barrio llamado Cafenatá.
38 Por su lado, Simón reconstruyó Jadidá en la Tierra Baja, la
fortificó y la guarneció de puertas y cerrojos.
39 Trifón aspiraba a reinar en Asia, ceñirse la diadema y extender su
mano contra el rey Antíoco.
40 Temiendo que Jonatán se lo estorbara y le hiciera la guerra, trataba
de apoderarse de él y matarle. Se puso, pues, en marcha y llegó a Bet San.
41 Jonatán salió a su encuentro con 40.000 hombres escogidos para la
guerra y llegó a Bet San.
42 Vio Trifón que había venido con un ejército numeroso y temió
extender la mano contra él.
43 Le recibió con honores, le presentó a todos sus amigos, le hizo
regalos y dio orden a sus amigos y a sus tropas que le obedeciesen como a
él mismo.
44 Y dijo a Jonatán: «¿Por qué has fatigado a toda esta gente no
habiendo guerra entre nosotros?
45 Envíalos a sus casas, elige algunos hombres que te acompañen y
ven conmigo a Tolemaida. Te entregaré la ciudad, las demás fortalezas, el
resto de las fuerzas y a todos los funcionarios, y luego emprenderé
el
regreso pues para eso he venido.»
46 Le creyó Jonatán y obró como le decía: despachó sus tropas, que
partieron para el país de Judá,
47 y conservó consigo 3.000 hombres de los cuales dejó 2.000 en
Galilea y mil le acompañaron.
48 Pero apenas entró Jonatán en Tolemaida cuando los tolemaiditas
cerraron las puertas, le apresaron a él y pasaron a filo de espada a cuantos
con él habían entrado.
49 Envió Trifón tropas y caballería a Galilea y a la Gran Llanura para
acabar con todos los partidarios de Jonatán,
50 pero éstos, enterados de que él había sido apresado y muerto con
los que le acompañaban, se animaron unos a otros y avanzaron, cerradas
las filas, prontos para combatir.